Hay un riesgo especialmente alto durante el crepúsculo
Los accidentes provocados por animales salvajes pueden darse a lo largo de todo el año y en cualquier momento del día, pero precisamente ahora en otoño el peligro aumenta aún más, ya que gran parte del tráfico domicilio-trabajo tiene lugar al amanecer y al anochecer y debido a las malas condiciones de visibilidad en esas horas. Stefanie Ritter, investigadora en materia de accidentes de DEKRA, nos demuestra que este riesgo es real con un simple ejemplo de cálculo: «Muchos conductores no son conscientes de que el choque de un jabalí de 80 kg de peso contra un vehículo que circula a 50 km/h equivale a un impacto de 2 toneladas».
La conclusión está clara: debemos tomarnos en serio las señales que advierten del paso de animales en libertad. Si vemos la señal en el arcén, sabremos que se trata de un tramo de alto riesgo (punto negro) y que no está protegido mediante cercados de caza. No obstante, los conductores deben estar preparados para un posible paso de animales en libertad en todas las carreteras cercanas a regiones forestales, setos y vallados, matorrales y campos. «En estos tramos, deben estar listos para reaccionar, reducir la velocidad y no perder de vista los bordes de la carretera. Estas recomendaciones también se recogen en diversas sentencias judiciales», afirma la investigadora. «Son zonas en las que se aconseja no conducir a más de 70 u 80 km/h y no adelantar».
Si aparece algún animal salvaje, hay que quitar la luz de carretera y cambiar a la luz de cruce, frenar de forma controlada y tocar la bocina, teniendo siempre en cuenta el tráfico que viene detrás. Y debemos contar siempre con que pueden aparecer miembros rezagados de su manada o animales asustados que salten a la calzada de forma inesperada. Por ello, incluso tras dejar atrás al animal, se debe seguir conduciendo despacio y vigilando los márgenes de la carretera. Si el choque es inevitable, la experta de DEKRA recomienda: hay que pisar hasta el fondo el pedal de freno y mantener el vehículo en el carril. «Las maniobras evasivas son muy peligrosas: pueden provocar una colisión más grave que el atropello al animal salvaje, ya que podemos acabar fácilmente chocando con el tráfico contrario o contra un árbol», advierte Stefanie.