Medidas de protección y recomendaciones
Para reducir el riesgo de accidentes, la legislación alemana exige que los niños vayan obligatoriamente por la acera hasta los ocho años. Más tarde, hasta los diez años de edad, aún pueden circular por ella. Después, al igual que los adultos, deben usar el carril bici o la calzada. A más tardar, en ese momento el vehículo debe cumplir las normas pertinentes de la Ley de homologación del transporte por carretera (StVZO, por sus siglas en alemán). Otra medida de seguridad importante al circular en bicicleta es, sin duda, el uso del casco. Las encuestas indican que, en Alemania, el 76 % de los niños de entre seis y diez años usan casco, pero en el grupo de edad de 10 a 16 años este porcentaje se reduce a solo un 29 %. En Alemania, la obligatoriedad del uso del casco es siempre un tema de discusión, si bien, hasta ahora, sus partidarios no han logrado imponerla. Incluso para niños, hasta ahora solo se hacen recomendaciones, pero el uso del casco no es obligatorio.
Un importante medio para mejorar la seguridad de los ciclistas más jóvenes son las formaciones sobre la circulación en bicicleta. Gracias a ellas, los niños obtienen también una mayor sensación subjetiva de seguridad. Estas formaciones demuestran una mayor efectividad si se realizan en el tráfico real, aunque un espacio protegido como el patio de la escuela también es apropiado para entrenar las capacidades motrices. En el curso equivalente al 4.º de primaria español, los niños alemanes suelen realizar una formación sobre la circulación en bicicleta en la que se les proporcionan contenidos teóricos (normas de tráfico) y también se realizan ejercicios prácticos, habitualmente en el entorno protegido de un circuito de pruebas de tráfico. Al final, realizan un examen que acredita que han concluido con éxito la formación sobre la circulación en bicicleta.
El Consejo alemán de seguridad vial recomienda a los padres que únicamente permitan a sus hijos circular solos en bicicleta —tanto para ir al colegio como en su tiempo libre— una vez que hayan finalizado la formación y hayan aprobado el examen correspondiente. En muchos colegios de Alemania hay normativas concretas que especifican bajo qué condiciones los niños pueden realizar el trayecto a la escuela en bicicleta. En cualquier caso, deben realizar sus primeros desplazamientos acompañados por sus padres para aumentar su seguridad motriz, familiarizarse con los recorridos y concienciarse sobre las zonas de riesgo. Cuando un niño se acostumbra a montar en bicicleta, aumenta su sensación de seguridad subjetiva.
Además de las medidas de seguridad personales, las condiciones de las infraestructuras, como una gestión segura del tráfico, también son necesarias para aumentar la seguridad objetiva y la sensación de seguridad. Al fin y al cabo, la aceptación de la bicicleta como medio de transporte alternativo depende de ello: los niños en edad escolar solo querrán utilizarla si el resto de usuarios de la vía pública los aceptan como iguales cuando circulan en ella.
Los padres como ejemplo
Gracias a la psicología del aprendizaje, se sabe lo importante que son el aprendizaje a través de la observación y el aprendizaje por modelos para la adquisición de comportamientos en la infancia. Según la teoría de Albert Bandura del «aprendizaje por modelos », entre los factores que estimulan el proceso de aprendizaje se encuentran una relación emocional o la similitud entre el modelo y el observador, un estatus más elevado del modelo, las posibilidades de éxito y las posibles consecuencias positivas de adoptar un cierto comportamiento.
Si se traslada esta información al tráfico rodado y al aprendizaje vial de los niños, está claro que los padres tienen un alto valor como «objetos de observación ». Esto se cumple sobre todo hasta una edad de entre 12 y 14 años aproximadamente, a partir de la cual se puede suponer que los niños han desarrollado suficientemente todas las habilidades y capacidades necesarias para participar de forma independiente en el tráfico. Debido a su estrecho vínculo con el niño, los padres están predestinados a actuar como modelos de conducta. Así lo ven también los niños, que suelen nombrar a sus padres como ejemplos a seguir. Los padres son totalmente conscientes de este papel que desempeñan y, cuando participan en el tráfico rodado en presencia de los niños, respetan las normas mucho más que en su ausencia. No obstante, a pesar de sus esfuerzos visibles, en la práctica no siempre logran ser un ejemplo a seguir de forma consecuente. Una razón de ello puede ser que no todos los padres son capaces de reflexionar de forma autocrítica sobre sus propios comportamientos automatizados y, de esta forma (se podría decir que inconscientemente), transmiten a sus hijos comportamientos viales erróneos o peligrosos. Por ello, el apoyo de las instancias de socialización (guarderías y escuelas) es imprescindible para transmitir con objetividad a los niños conocimientos teóricos y prácticos y prepararlos para una participación responsable y segura en el tráfico.
En lo relativo al uso del casco, la discrepancia entre el papel modélico de los padres y el comportamiento real es muy evidente. Según la agencia alemana de vigilancia del tráfico, tres de cada cuatro niños usan casco al circular en bicicleta, mientras que, en comparación, solo uno de cada seis adultos lo lleva. Las razones de ello suelen ser banales —la moda es un factor mencionado con frecuencia— y desafortunadas teniendo en cuenta el mayor riesgo de accidentes o lesiones. En este contexto, los padres son extremadamente importantes como ejemplos a seguir en cuanto al uso del casco. No hay ninguna otra medida de seguridad vial en la que el aprendizaje a través de la experiencia tenga tanta importancia. Si los padres usan el casco de forma consistente, aumentarán su aceptación entre sus hijos. Si, además, les permiten elegir un casco que les guste, habrán hecho todo lo posible para que incluso disfruten llevándolo.