Motoristas en flow

08 nov 2020 Factor Humano
Los motoristas son uno de los grupos de usuarios de la vía pública más vulnerables en cuanto a la frecuencia y a la gravedad de los accidentes. La opinión pública a menudo los considera conductores especialmente rápidos y, en parte, agresivos. ¿Hasta qué punto los resultados objetivos de las investigaciones confirman este prejuicio?
Rowden, P. et al. (2016) afirman en su estudio que la agresividad debe considerarse parte de la vida cotidiana y, de este modo, también del tráfico rodado. Desde una perspectiva jurídica y psicológica, las características típicas de los comportamientos agresivos son las siguientes: ejecución de una acción enérgica, infracción de la ley, puesta en peligro y amenaza o realización de daños a personas u objetos. Las definiciones psicológicas del término incluyen la motivación y, con ello, la intención, es decir, el daño deliberado a otra persona, en el significado central del constructo. Existe consenso con respecto a que una agresión consiste en «cualquier comportamiento que se desvíe de la norma y además suponga un peligro».
Mediante una serie de estudios, se pudo establecer una conexión entre el comportamiento agresivo y características de la personalidad como la ira, la ansiedad, la búsqueda de sensaciones y el narcisismo. Una y otra vez se confirma también que son principalmente los hombres quienes llaman la atención por presentar un comportamiento violento al conducir. Sin embargo, además de las características propias de la persona, también pueden influir en el comportamiento agresivo los llamados factores de contexto, como la presencia de un atasco, o determinadas cogniciones, como la convicción de permanecer en el anonimato. No obstante, los resultados todavía no son totalmente claros en este contexto.
El estudio de Rowden mencionado anteriormen-te también examinó las posibles diferencias en el nivel de agresividad al utilizar diferentes medios de transporte —en este caso, motocicleta frente a coche—. Los autores asumieron que el nivel de agresividad es menor cuando se conduce una motocicleta que cuando se conduce un coche. Esta hipótesis se deriva de la suposición de que las motocicletas son más vulnerables y, de esta forma, los conductores están menos protegidos, suposición que se confirmó. Los conductores de automóviles reconocieron con mayor frecuencia que experimentaban sentimientos agresivos y que también los expresaban. Estas diferencias se explican por el hecho de que los motoristas conducen de forma más defensiva, dado que son más vulnerables, y porque la agresividad al conducir depende del contexto. Las variables psicológicas de predicción de la personalidad para el comportamiento agresivo son similares en ambos grupos: se trata de la búsqueda individual y diferente de emociones y maniobras de conducción arriesgadas. Sin embargo, los automovilistas las experimentan con mayor intensidad que los motoristas.

LA AGRESIVIDAD ES UN MAL «ACOMPAÑANTE» EN EL TRÁFICO RODADO.

Un estudio de Rheinberg, F. (1994) analizó la influencia de la experimentación de un estado de flujo o flow en la autoevaluación al conducir una motocicleta. En este estado, una persona se sumerge completamente en una actividad al realizarla y pierde la noción del tiempo. Este estado se percibe como muy agradable y permite obtener buenos resultados de comportamiento mediante un nivel de activación óptimo. No obstante, esto resulta problemático al pilotar una motocicleta. Durante el estado de flujo, el control y la reflexión conscientes de las actividades disminuyen, lo que implica que los objetivos subconscientes pueden guiar los patrones de actuación en direcciones no deseadas. La cognición consciente y la intención de conducir con seguridad dejan de ser directamente relevantes para el control del vehículo. De esta forma, cuanto más se profundiza en el estado de flujo, más se pierde de vista dicha intención. El resultado es un estilo de conducción más arriesgado de lo que realmente sería adecuado. Para mantener el estado de flujo, es necesario un cierto nivel de rendimiento y activación. Como resultado, se conduce de forma más arriesgada y más rápida que cuando no se experimenta este estado. Aunque, desde el punto de vista funcional, el conductor en estado de flujo trabaja de forma óptima, el estado de conducción no es en absoluto ideal. Casi todos los motoristas encuestados declararon haber experimentado un estado de flujo, aunque solo algunos de ellos consideraron que este estado también puede tener consecuencias negativas.
Debe suponerse que la capacidad de reflexión mientras se conduce en estado de flujo es limitada. La sensación de flujo suele estar acompañada de una velocidad excesiva y solo se abandona cuando el afectado experimenta una fuerte distracción, como una sorpresa o un miedo repentinos. En el tráfico rodado, esto suele ir vinculado a «casi accidentes», dando lugar a situaciones críticas entre los motoristas mayores en particular, ya que su tiempo de reacción promedio es superior al de los conductores más jóvenes. Puesto que actualmente la mayoría de los motoristas son mayores de 40 años, esta búsqueda tan extendida del estado de flujo no solo puede suponer un peligro para ellos, sino también para otros usuarios de la vía pública. Precisamente, en este grupo de edad hay muchas personas que conducen por placer y que se suben a la motocicleta después de una larga pausa o que comienzan a descubrir estos vehículos y se pueden permitir modelos potentes. De ahí que los motoristas mayores se consideren especialmente un grupo de riesgo para accidentes graves.

LA FORMACIÓN VIAL Y LOS CURSOS DE PERFECCIONAMIENTO SON INDISPENSABLES PARA LOS MOTORISTAS

Independientemente de la eficacia de las medidas para aumentar la seguridad vial, la mejor estrategia de seguridad al conducir una motocicleta es un estilo de conducción defensivo y previsor. Con él, no solo se previenen colisiones con otros vehículos, sino también muchos accidentes sin contrario. Cada motorista debe establecer la base para una conciencia del riesgo saludable mediante una sólida formación vial.
Uno de los enfoques principales es la conexión adecuada entre el complejo «capacidad» (formación vial teórica y práctica) y los requisitos físicos y mentales que deben cumplirse, entre los que deben tenerse en cuenta los aspectos médicos (visión, sentido del equilibrio, deficiencias generales de salud, enfermedades) y los aspectos de la psicología del rendimiento (rendimiento psicofuncional, atención, capacidad de reacción, concentración, capacidad de coordinación).

TAMBIEN ES NECESARIA LA FORMACIÓN PARA EL USO DE LAS BICICLETAS ELÉCTRICAS

En este contexto, se debe prestar especial atención a que la formación se realice en vehículos adecuados para el uso práctico y que tengan un rendimiento similar al de los que utilizarán los principiantes. Quienes deseen conducir vehículos más potentes en el futuro, deberían realizar un curso de perfeccionamiento y obtener un certificado de aptitud apropiado. Además, en la formación debe hacerse especial hincapié en enseñarle al futuro motorista qué medidas debe tomar para ser visto (iluminación, ropa de colores o retrorreflectante, distancias de seguridad, atención a los ángulos muertos). En cualquier caso, también debería ser obvio que, incluso en los desplazamientos más cortos, es necesario llevar la ropa de protección completa y un casco homologado.
Se recomienda encarecidamente, tanto a principiantes como a conductores experimentados, que participen en un curso de conducción segura al principio de la temporada. En él también se debe practicar el frenado, incluso si la motocicleta cuenta con un sistema antibloqueo (ABS). En situaciones de emergencia, a menudo ni siquiera los motoristas experimentados logran controlar de forma óptima la potencia de frenado.