Seguimiento psicológico de conductores con una terapia rehabilitadora

01 sept 2017 Factor Humano
El seguimiento terapéutico es necesario para conseguir un cambio en el comportamiento hacia un consumo sano y controlado de alcohol o incluso una renuncia completa al alcohol, también después de la desinstalación del dispositivo, como confirma un estudio llamativo de Florida de 2016. Los investigadores del equipo de Robert Voas comparaban usuarios de alcohol-interlocks que paralelamente se sometían a una intervención terapéutica con usuarios de este dispositivo sin seguimiento terapéutico, pudiendo comprobar que la reincidencia en el grupo con apoyo psicológico era un 32 por ciento menor (en el sentido de una nueva conducción ebria) que en el grupo sin tratamiento. Los autores estimaron haber evitado 41 nuevas detenciones, 13 accidentes y 9 heridos entre los 13.458 usuarios de alcohol-interlocks después de la desinstalación del dispositivo.
Es importante analizar los datos registrados por el dispositivo para garantizar el éxito del programa de alcohol-interlock y así, por ejemplo, comentar intentos fallidos sistemáticos de arranque con el usuario. Esto requiere una persona cualificada que figura como interlocutor entre el fabricante del dispositivo, la parte supervisora, que puede ser la autoridad que expide el carnet de conducir, y el usuario. Repetidos intentos fallidos los lunes por la mañana podrían indicar que la persona afectada no haya comprendido la problemática del resto de alcohol en sangre, siendo imprescindible la ayuda de un psicólogo que eduque al usuario y le guíe en su cambio de conducta.
En un estudio sobre la implantación de un programa de alcohol-interlocks en Alemania, publicado en colaboración con DEKRA se ofrecieron propuestas adicionales sobre un seguimiento terapéutico. Después de un diagnóstico inicial y la entrevista con el psicólogo de tráfico, previo a la instalación del dispositivo de alcohol-interlock se recomiendan seis sesiones individuales de dos horas de duración cada uno en un periodo de seis meses, que deben ser complementadas por tareas formativas entre las sesiones (trabajo de inter-sesión). Los temas de la terapia son, aparte del contenido didáctico, la evaluación de los resultados del alcohol- interlock; incluyendo comentarios sobre posibles anomalías en los datos, de los protocoles de auto-evaluación y del consumo de alcohol, respectivamente, así como de los parámetros arrojados por el laboratorio.

Medidas legislativas y vigilancia

Para garantizar el cumplimiento de las normas en el marco de la seguridad vial, existen varios enfoques que se resumen bajo el nombre de “Enforcement” (=implantación). El llamado “Roadside Testing” es un ejemplo del cumplimiento de la tasa de alcoholemia y la abstinencia en el consumo de drogas en la circulación, sometiendo a todos los conductores a unos controles policiales de alcohol y drogas, aunque anteriormente no hayan cometido ningún tipo de infracción de tráfico. Estos controles se deben efectuar periódicamente para aumentar la presión de vigilancia sobre los conductores.
La efectividad de los controles toxicológicos a todos los conductores de la red viaria queda claramente demostrada en Australia, donde se practica el “Roadside Testing”, es decir los controles al borde de la carretera, desde los años 80. Para combatir el consumo de alcohol en la conducción, las fuerzas policiales australianas tienen la autoridad de efectuar controles de alcoholemia a todos los conductores. Estos controles se llaman “Random Breath Tests” y pueden realizarse de forma móvil o fija. En el caso de un control móvil, el coche patrulla para al conductor y le pide soplar con el dispositivo de análisis, independientemente de que haya tenido una conducción temeraria, muestre señales de embriaguez o haya causado un accidente. La policía no necesita ninguna sospecha inicial para realizar dicho control. En los puntos de control temporales se establecen al borde de la carretera los llamados “Checkpoints”, obligando a todos los conductores que pasan por ellos a realizar la prueba de alcoholemia.
Gracias a la omnipresencia de los controles de alcoholemia en Australia, los conductores han cambiado su forma de beber. En un estudio del año 2011, el 80 por ciento de los australianos encuestados confirmaron haber observado algún control de alcoholemia en los últimos seis meses. En comparación, una encuesta europea del año 2015 en 17 países descubrió que solamente el 19 por ciento de los encuestados habían experimentado un control de alcoholemia en los últimos 12 meses y solo un cuatro por ciento tuvo que realizar un control por drogas en este mismo periodo.
El estado New South Wales es un buen ejemplo del efecto positivo de la implantación de controles de alcoholemia aleatorios. Allí se empezó con los controles en 1982, efectuando en el primer año casi un millón de pruebas de alcoholemia, controlando de esta manera a uno de cada tres conductores. En 1987 más del 50 por ciento de todos los conductores de Sídney se habían sometido al menos una vez a un análisis de alcoholemia. En consecuencia, se contabilizaron menos accidentes por embriaguez, tanto en aquellos con víctimas mortales, como en accidentes nocturnos con un solo vehículo implicado. Desde el comienzo, los siniestros mortales se redujeron en un 48 por ciento, los accidentes graves en un 19 por ciento y los siniestros nocturnos con un solo vehículo implicado en un 26 por ciento. Esta forma de actuación policial también tiene una gran influencia en el comportamiento de los conductores. Cinco años después de la implantación de los controles aleatorios de alcoholemia, los conductores reconocen que planifican con antelación no conducir si tienen la intención de beber. Conducir bajo los efectos del alcohol se considera una infracción criminal e irresponsable. Hasta el año 2012 se habían efectuado aproximadamente 85 millones de controles de alcoholemia, denunciando a 545.000 conductores por conducir en estado de embriaguez. Podemos deducir que se han salvado 7.000 vidas desde la implantación de los controles de alcoholemia en 1982.
Hace unos años, Brasil empezó a intensificar su lucha contra el gran número de víctimas mortales en accidentes de tráfico. En junio de 2008 entró en vigor la llamada “Lei Seca”. Desde esta fecha, el consumo de alcohol está terminantemente prohibido para los conductores y no existe ningún margen de tolerancia, siendo la pena mínima una multa de 400 euros y la retirada del permiso de circulación durante un año. Conducir borracho es considerado delito grave sancionable con hasta tres años de cárcel. Y la pena impuesta en caso de accidente mortal es la misma que por asesinato o violación – en el peor de los casos, hasta 20 años de privación de libertad para el conductor alcoholizado.
Sin embargo, los expertos no se ponen de acuerdo sobre la efectividad de esta ley. No existen cifras concretas y contrastadas de las víctimas mortales en accidentes a causa del consumo de alcohol. Pero el hecho de que el número total de víctimas mortales en la red viaria se ha incrementado a casi 45.000 en el año 2012, hace suponer un aumento adicional en el porcentaje de víctimas mortales a causa del alcohol. También en 2014 fallecieron más de 43.000 personas en las carreteras brasileñas. De acuerdo con los datos de la Associaçao Brasileira de Estudos de Álcool e Outras Drogas, en el 61 por ciento de los siniestros el alcohol fue causa adicional y en el caso de los accidentes con víctimas mortales esta cifra subió al 75 por ciento. Estos datos evidencian la necesidad de aumentar la vigilancia y el control por parte de las autoridades brasileñas para mejorar la efectividad de la “Lei Seca”.
Ha habido reacciones de otros estados miembros de la UE: con fecha de 1 de julio de 2015, Francia, por ejemplo, ha bajado el límite permitido de alcohol en sangre para conductores menores de 25 años de 0,5 a 0,2 por ciento. La razón es obvia: en 2015 una cuarta parte de todos los conductores alcoholizados implicados en accidentes con víctimas mortales tenía entre 18 y 24 años.

Información y sensibilización enfocada a grupos de riesgo

Otra de las posibilidades de evitar accidentes por consumo de alcohol reside en la información y sensibilización enfocada a los grupos de riesgo. Un ejemplo son las acciones llevadas a cabo desde 2013 en Portugal en lugares de ocio para disuadir a los estudiantes de conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas. Un equipo de voluntarios trabaja de noche recorriendo los lugares para informar a los jóvenes de los peligros en la conducción en estado de embriaguez. Se anima a los estudiantes de someterse a una prueba de alcoholemia. Conductores que circulan sin haber bebido alcohol reciben un regalo. En otras campañas portuguesas se informaba especialmente a los agricultores sobre los peligros del alcohol al volante, debido al alto índice de siniestralidad de tractores, usando las pruebas de alcoholemia que tuvieran una gran acogida.
Otro ejemplo de información de riesgos enfocada a grupos específicos viene de Rusia: aquí 67 autoescuelas de la región de Smolensk han implementado como proyecto piloto el módulo de formación “Avtorevost” (sobriedad al volante), informando en el marco de un curso interactivo voluntario BEST PRACTICE “Avtorevost” (sobriedad al volante) es un programa piloto de Rusia que imparte una clase interactiva de 90 minutos sobre la conducción bajo los efectos del alcohol. Factor humano de 90 minutos sobre la conducción bajo los efectos del alcohol. El temario de este módulo incluye estadísticas, los riesgos de conducir bajo los efectos del alcohol, las consecuencias legales así como las acciones policiales para prevenir el alcohol al volante. El fin de este proyecto es cambiar la actitud de los conductores hacia el uso del vehículo en estado de embriaguez mediante una mayor concienciación del riesgo, así como reducir la tolerancia social de la población hacia el alcohol al volante. En 2015 un 34 por ciento de la población admitió haber conducido reiteradamente en estado de embriaguez. Esto supone una reducción sustancial del 12 por ciento con respecto al año anterior.