Explotar activamente el potencial de la conducción automatizada

Tras los mínimos históricos registrados en 2020 — en gran parte, a causa del coronavirus—, el número de fallecidos en accidentes de tráfico está volviendo a subir en muchos países.

Mientras que en el año 2020 en la Unión Europea (UE) fallecieron 18.800 personas en accidentes de tráfico, en 2021 esta cifra aumentó a 19.900 y en 2022 rondó los 22.600, situándose a niveles similares a los del año 2019. Aunque no cabe duda de que la evolución a largo plazo es positiva, si queremos alcanzar los ambiciosos objetivos que se ha fijado la UE —reducir a la mitad las muertes en carretera de aquí a 2030 y, a ser posible, que no haya ninguna víctima mortal más a partir de 2050—, todavía tenemos trabajo por delante. Y en línea con el objetivo internacional «Visión Cero», ahora más que nunca se insta a todas las partes implicadas a que aprovechen al máximo los potenciales que puedan surgir para mejorar aún más la seguridad vial.
Uno de los aspectos clave para ello es la tecnología, en particular, los sistemas que permiten la conducción automatizada e interconectada. No en vano, el 90 % de los accidentes se producen a causa de errores humanos. Equipar los vehículos con los respectivos sistemas de asistencia e interconectarlos entre sí o con la infraestructura permite detectar a tiempo situaciones de peligro y evitar accidentes o, al menos, minimizar sus consecuencias. No obstante, los sistemas de asistencia no eximen a los conductores de su responsabilidad,