El ser humano en confluencia con la tecnología

En nuestro mundo moderno, la digitalización y la automatización han irrumpido ya en casi todos los aspectos de la vida y, como no podía ser de otra manera, impregnan cada vez más el ámbito de la movilidad. Los términos «conducción altamente automatizada» o «conducción autónoma» ya están en boca de todos y se presentan como una posible solución ideal a los problemas de tráfico fundamentales. En el presente informe abordamos en detalle los retos que esto supone y la posición que el ser humano ocupa en todo ello.

«Íbamos a toda velocidad, sin nadie al volante, doblando una y otra esquina y esquivando a otros vehículos igual de refinados, nadie tocaba el claxon... […] En lugar del volante, me encontré con una placa metálica, en la que había grabado un mapa de la ciudad muy elegante y preciso. Encima había una fina aguja indicadora. Apenas la moví, el vehículo arrancó, llevándome por calles que yo ni siquiera conocía. Tan súbitamente como arrancó, se detuvo. […] Lo que más me maravilló fue que el coche iba esquivando a los demás vehículos, de pronto se detenía ante cruces concurridos, dejaba pasar a otros automóviles y actuaba como si se supiera de memoria todas las normas de circulación imaginables».
Al leer hoy este fragmento de la novela de ciencia ficción Utopolis, escrita en 1930 por Werner Illing, podría parecernos increíble cómo el escritor alemán se anticipó ya por aquel entonces a algo a lo que los fabricantes de automóviles están dedicando sus esfuerzos actualmente. En particular porque el novelista, al hacer referencia al funcionamiento técnico de los «automóviles que conducen solos de manera misteriosa», incluso aborda el tema de la conectividad: todos los coches disponen de «un pequeño ojo prismático » en la parte delantera, el cual reacciona a fotodetectores eléctricos y se comunica con ojos eléctricos encastrados «de forma imperceptible en las fachadas». «Al intercambiar reflejos, estos ojos mecánicos regulan la velocidad y la dirección».
93 años después y ante el aumento incesante de la digitalización del tráfico, nos encontramos como sociedad en los umbrales de la que posiblemente será la mayor revolución de la movilidad desde que se inventara el automóvil. En este tránsito, los programas de software y el equipamiento electrónico van asumiendo cada vez más tareas, convirtiendo el coche en una máquina de alta tecnología sobre ruedas. Actualmente, todos los fabricantes conocidos de vehículos en masa ya incluyen en su oferta la conducción asistida y parcialmente automatizada, y en los próximos años se espera un aumento considerable del número de vehículos con funciones propias de la conducción automatizada.