Más seguridad para los niños

24 abr 2019 Noticias y acciones

Debido a su falta de experiencia, a una conciencia del riesgo que a su edad aún está poco desarrollada y a las conductas inapropiadas que todo ello suele conllevar, los niños son los usuarios de la vía pública que más peligro corren. Y, cuando se produce un accidente, las consecuencias suelen ser especialmente graves para ellos a causa de su gran vulnerabilidad. En muchos lugares del mundo, el número de niños menores de 15 años fallecidos en accidentes de tráfico —el tema central de este informe— disminuye de forma más o menos constante. En otras partes, este número se mantiene en un nivel alto o, incluso, aumenta. No importa el lugar: aumentar de forma sostenible la seguridad de los niños con las medidas correspondientes sigue siendo todo un reto.

Niño arrollado por un coche», «Niña herida grave por el impacto de un autobús mientras cruzaba la calle», «Hombre atropella a un niño mientras aparca» y muchos otros titulares: con frecuencia nos estremecen noticias como estas, que dejan claros los grandes peligros a los que están expuestos los niños en el tráfico rodado. Y esto sucede a escala internacional. Los números hablan por sí solos: según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren en accidentes de tráfico más de 186.000 niños y adolescentes de hasta 19 años de edad. Es decir, más de 500 al día o 20 cada hora. La mayoría de los fallecidos eran peatones o pasajeros de vehículos.
La Fundación FIA (Federación Internacional del Automóvil), en su informe anual 2018 «Global Action for Healthy Streets», incluso calcula que 249.000 niños y adolescentes fallecieron en accidentes de tráfico; es decir, casi 700 cada día. Además, el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington en Seattle ha determinado que, por cada niño fallecido en un accidente de tráfico, cuatro niños sufren una discapacidad permanente y diez resultan gravemente heridos.
Si se limita el número de jóvenes muertos en accidentes de tráfico a los niños menores de 15 años — los protagonistas de este informe—, según los datos del IHME estos representan, con casi 112.000 víctimas mortales, alrededor de un 60 % de los 186.000 niños y adolescentes fallecidos en accidentes de tráfico mencionados anteriormente. En términos generales, en el año 2017 los accidentes de tráfico fueron la causa de muerte más frecuente (8,5 %) en el grupo de edad de 5 a 14 años.
El segundo y el tercer lugar lo ocupan el tifus y la malaria (casi un 8 y un 7,5 %). A este respecto, resulta interesante considerar cada una de las regiones. Por ejemplo, en el año 2017, en la Unión Europea los accidentes de tráfico también representaron el mayor porcentaje de los niños fallecidos de entre 5 y 14 años (12,7 %), seguidos por los tumores del sistema nervioso central (10,2 %) y las enfermedades congénitas (8,8 %). En 2017, los accidentes de tráfico también fueron la causa de muerte más frecuente —con un alarmante 18 %— en Estados Unidos en la franja de edad de los 5 a los 14 años. A gran distancia les siguen en segundo y tercer puesto, con casi un 7 % respectivamente, las enfermedades congénitas y las muertes por ataques violentos. En China, en el grupo de edad mencionado, el ahogamiento fue la causa de muerte más frecuente (25 %) en el año 2017, mientras que los accidentes de tráfico representaron casi un 17 % de los fallecimientos. En África, los accidentes de tráfico ocuparon el tercer lugar con un 7,3 %, después del VIH (14,5 %) y la malaria (13,8 %).
Todas estas son cifras alarmantes que, al mismo tiempo, subrayan el alto riesgo al que están expuestos los niños y los adolescentes en el tráfico rodado. Si consideramos los datos mencionados de niños y adolescentes menores de 15 años con respecto al total de fallecidos por accidentes de tráfico en todo el mundo —en su «Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial», la OMS indica que, desde el informe de 2015, el número ha aumentado de 1,25 a 1,35 millones—, estos representan un 8,25 %. Según el IHME, casi el 85 % de los niños menores de 15 años fallecidos en accidentes de tráfico procede de países con niveles de renta bajos y medios. Esta magnitud es comparable en todos los grupos de edad.
Dado que en numerosas partes del mundo los niños siguen expuestos a un alto riesgo de fallecer o resultar gravemente heridos en un accidente de tráfico, la OMS formuló hace varios años, en el marco del «Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020» desarrollado por las Naciones Unidas, diez estrategias para proporcionar más seguridad a los usuarios más jóvenes de la vía pública. Las «Diez estrategias para preservar la seguridad de los niños en las carreteras» incluyen, por ejemplo:
  • Velocidad: límites de velocidad de 30 km/h en vías con altas concentraciones de peatones y bicicletas, así como en aquellas que los peatones cruzan con gran frecuencia, por ejemplo, delante de escuelas y guarderías; hacer respetar los límites de velocidad mediante el uso de radares automáticos; construir o modificar carreteras para dotarlas de características que limiten la velocidad.
  • Alcohol al volante: establecer una normativa legal para una concentración máxima de alcohol en sangre al volante (en general, 0,5 gramos por litro; 0,2 para conductores jóvenes); hacer cumplir la normativa legal por medio de puestos de control y pruebas aleatorias de alcoholemia; instalar sistemas de bloqueo por detección de alcohol en los vehículos de personas que ya han sido condenadas anteriormente por conducir bajo los efectos del alcohol.
  • Uso de cascos por ciclistas y motociclistas: imponer y hacer respetar por los motociclistas normas sobre uso del casco que estipulen el tipo y la forma de los cascos por edad del usuario; respaldar iniciativas que sensibilicen a los padres respecto del uso del casco en motocicletas y bicicletas, y proporcionar cascos gratuitos o a precios reducidos para los niños.
  • Sistemas de retención infantil en los vehículos: imponer y aplicar leyes para proteger a los niños mediante los sistemas de retención correspondientes en todos los vehículos privados; obligar a los fabricantes de vehículos a equipar todos los vehículos privados con amarres directos para sistemas de retención infantil (por ejemplo, sistemas de anclaje ISOFIX); informar a las familias acerca del uso de esos dispositivos.
  • Visibilidad: usar ropa de colores llamativos; utilizar cintas retrorreflectantes en la ropa o en artículos tales como mochilas; utilizar en las bicicletas luces delanteras y traseras, así como reflectores delanteros, traseros y en las ruedas; mejorar la iluminación de las calles.
  • Infraestructura vial: separar los diversos tipos de transporte y usuarios de la vía pública mediante medidas como pasos elevados para peatones, carriles exclusivos para peatones y ciclistas, así como vallas centrales para separar el tránsito motorizado en diferentes direcciones; crear zonas libres de tráfico para mejorar la seguridad de los peatones; aumentar el tiempo de cruce peatonal en las intersecciones cercanas a las escuelas y guarderías; incrementar las inversiones en los medios de transporte públicos.
  • Vehículos: exigir la instalación de zonas de absorción de impactos para proteger a los pasajeros; rediseñar las partes frontales de los vehículos con el fin de hacerlas menos peligrosas para los peatones; equipar los vehículos con cámaras y alarmas sonoras que puedan detectar objetos que podrían pasar desapercibidos en el retrovisor.
  • Atención de emergencia: dotar a los vehículos de emergencia de dispositivos y materiales médicos adecuados para niños; diseñar los hospitales pensando en los niños con el fin de minimizar el trauma adicional de los niños accidentados; mejorar el acceso a servicios de asesoramiento para mitigar en los niños y sus familias los efectos psicológicos derivados de los accidentes de tráfico.